Esta visita a Apoala será como detenerse en un pueblo hobbit de la Tierra Media: da la sensación de estar en un mundo aparte. Situado en un profundo y aislado cañón, el pequeño pueblo de unos 200 habitantes indígenas mixtecos, sigue viviendo con un contacto mínimo con el mundo exterior. Bendecidas con abundante agua de manantial, las pequeñas granjas que salpican el valle producen varias cosechas en un año, suministrando a los aldeanos la mayor parte de lo que necesitan para sobrevivir. La principal industria es el tejido de paja para hacer sombreros, cestas y figuras de animales.
Observaremos una serie de cascadas formadas por agua de manantial al precipitarse por un acantilado en su camino para unirse al río Papaloapam. Las cascadas están literalmente a las afueras de la ciudad. Para llegar a ellas hay que bajar por un sendero muy empinado y difícil, con escalones excavados en la ladera de piedra. Aunque se proporcionan pasamanos y cuerdas, algunos visitantes pueden aprovechar el tiempo para explorar el pueblo. Sin embargo, la subida merece la pena, ya que las cascadas son de una belleza impresionante. Los excursionistas también pueden explorar el estrecho cañón del extremo norte del valle, que requiere saltar muchas rocas a través del arroyo que serpentea por él. Por último, hay dos cuevas importantes en el valle que pueden resultar atractivas para algunos.
Venga con nosotros y disfrute de esta aventura. Entre en comunión con la naturaleza y relájese en lo más profundo del bosque. Debido a su altitud (1.600 metros) y a su topografía, en Apoala suele hacer bastante fresco. Se recomienda a los visitantes que lleven varias capas de ropa, incluidas chaquetas, gorros y guantes.
Las comidas se preparan en la cocina del camping o en la oficina de turismo de la ciudad. También hay un par de pequeños restaurantes en Apoala.